Son días difíciles para Hernán Medford en Guatemala. Al mando del CD Marquense, el fantasma del descenso ronda su equipo, pero el nacional y sus pupilos se niegan a morir y continúan en pie de lucha, tal como sucedió este domingo, cuando vencieron 1-0 al actual campeón chapín CSyD Xelajú. A los de San Marcos les restan dos compromisos más; el próximo, este miércoles, los pondrá frente a frente con el actual líder Municipal en Ciudad Guatemala, y en caso de sufrir una derrota, podría consumarse el lamentable descenso de categoría…
Decía Hernán hace unos días que intenta evadir, a toda costa, un fracaso de tal índole, pues además de comprometer su futuro cercano laboral -difícilmente continúe en el club si este va a dar a la segunda división-, le asestaría una mancha a su currículo como director técnico, pues el desamparadeño jamás ha sufrido un descenso de división.
En su carrera como futbolista profesional, en cambio, Medford sí conoció el amargo sabor que produce el perder la categoría: le sucedió en su campaña de estreno en nuestra máxima división, en 1987, cuando Sagrada Familia finalizó en la última posición y bajó a segunda. Diez años después, ya siendo un futbolista consolidado en el Pachuca mexicano, hallaría un desenlace similar, pues ‘los Tuzos’ terminarían con el peor cociente de la liga azteca y retornarían a la Liga de Ascenso.
Así, hubo una ocasión en que el mundialista vivió una situación tan acongojante como las descritas, con la diferencia de que entonces su equipo salió airoso y logró evitar el despeñadero. En las siguientes líneas voy a compartir la historia con el estimable lector de everardoherrera.com…
Luego de conseguir el ascenso a la primera división española con el Rayo Vallecano en 1992, Medford tenía todo listo para incursionar en la principal competición ibérica, uno de sus sueños de siempre. Sin embargo, de pronto apareció una opción mejor: pasar a formar parte del plantel del Foggia en la prestigiosa Serie A de Italia, la mejor liga del mundo en aquel tiempo. Ni lerdo ni perezoso, el tico les dio el sí a ‘los Diablos del sur’ y se alistó para competir y romper paradigmas; de hecho, en ese momento se convertiría en el primer futbolista de la Concacaf en actuar en la máxima división italiana. El hecho de que el Foggia tenía apenas un año de haber regresado a la Serie A hacía muy interesante el reto para el nacional.
Luego de un debut auspicioso en el Estadio Giuseppe Meazza contra el poderoso AC Milan de Fabio Capello (derrota por la mínima), Hernán Medford empezó a tratar de aprovechar los minutos que le concedía su técnico checo Zdenek Zeman, sin embargo los resultados irregulares fueron metiéndole presión a un club que contaba con pocos jugadores de cartel internacional. Y es que el Foggia se valía del ruso Igor Kolyvanov, el italiano Luigi di Biagio y el rumano Dan Petrescu, además del tico, como sus principales cartas. De todo el inexperto plantel, solo Hernán era mundialista, por eso ‘el Pelícano’ era tomado en cuenta; de hecho, actuó en siete de las primeras nueve fechas.
Medford siempre con Hagi. Uno de los mejores futbolistas del mundo a inicios de los 90 era el rumano Gheorghe Hagi, con quien coincidió Hernán Medford en el terreno de juego. A la izquierda, cuando el tico lo tuvo como compañero (#11) en el juego de despedida de Peter Shilton en 1990; a la derecha, el rumano junto a sus compatriotas Ioan Sabau y Florin Raducioiu en el Brescia, equipo al que ‘el Pelícano’ le anotó su único gol en la Serie A 92-93.
Desafortunadamente, su paso firme por la Serie A se vio interrumpido por su convocatoria con la selección nacional, que se jugaba el todo o nada en la recta final de la penúltima fase eliminatoria de Concacaf rumbo al Mundial EEUU 94. A diferencia de las fechas FIFA de tiempos actuales, en aquella ocasión el jugador se sumó a ‘la Sele’ por espacio de casi dos meses, para dirimir juegos ante México, Honduras y San Vicente. Aquello terminaría echando por tierra la aventura de Medford por el ‘calcio’ italiano, pues una vez que regresó y se puso a disposición de Zeman, este acababa de incorporar al delantero neerlandés Bryan Roy, por lo que simplemente borró de sus planes al tico y no lo convocó a 14 de los siguientes juegos del Foggia. Hernán jugaría solamente cinco partidos más (tan solo uno como titular), para un total de 12.
Con el transcurso del certamen italiano, se fue definiendo una franca lucha por el no descenso entre el Foggia y los cuadros Brescia, Ancona, Pescara y Fiorentina. Con respecto al Brescia, este era conocido como el conjunto de los rumanos, pues en sus filas aparecían Gheorghe Hagi, Florin Raducioiu, Ioan Sabau y Dorin Mateut; los cuatro, mundialistas con Rumania en Italia 90. El entrenador también era rumano: Mircea Lucescu, actual timonel de la selección de ese país; ha dirigido a Turquía, el Inter de Milán y al Galatasaray turco. Valga destacar que Medford les anotó en octubre de 1992, cuando se encargó del tanto de la honra en la derrota 1-4 en su visita al Mario Rigamonti.
En el Ancona jugaban los argentinos Óscar Alfredo Ruggeri (campeón mundial en México 86) y Sergio ‘Ratón’ Zárate, así como el húngaro Lajos Détári, estrella de los magiares en el mundial azteca. Medford, sin embargo, no pudo medirse con ellos debido a que se quedó en el banquillo de suplentes en la caída 0-3 por la fecha 7.
El brasileño Dunga, el italiano Massimiliano Allegri y el danés John Sivebaek brillaban en el Pescara. Del amazónico cabe destacar que sería monarca mundial en EEUU 94, y timonel de la ‘Verdeamarela’ en Sudáfrica 2010. Allegri hasta hace poco era el director técnico de la Juventus, mientras que el nórdico, exfutbolista del Manchester United y mundialista en México 86, acababa de conquistar la Eurocopa de 1992 con la sorprendente selección danesa, cuyo puesto titular de lateral derecho era suyo. ‘El Pelícano’ jugó en la victoria que como visitante le infligió el Foggia al Pescara por 4-2 en abril de 1993.
Finalmente, de esos equipos rivales, posiblemente el que contaba con mejores figuras era la Fiorentina, pues en su plantel participaban los argentinos Gabriel Omar Batistuta y Diego Fernando Latorre, el alemán Stefan Effenberg, el brasileño Mazinho, el danés Brian Laudrup y el italiano Francesco Baiano. ¿Del ‘Bati’ qué se puede decir que no sepa el aficionado futbolero? Presente en tres copas del mundo, en su momento máximo anotador histórico de ‘la Albiceleste’... Y aunque para ese entonces aún no adquiría el estatus de mundialista, ya era figura de la selección argentina, a la que a punta de goles llevaría al bicampeonato en la Copa América unas semanas después de concluida aquella liga italiana.
Latorre actualmente es comentarista en ESPN; el brasileño, que sería campeón en el mundial estadounidense, es el padre de Thiago Alcántara y Rafinha. Laudrup, por su parte, era otro que venía de ganar la Eurocopa con Dinamarca; había sido jugador del Bayern Munich, luego actuaría para Milan, Chelsea y Ajax, y sería mundialista en Francia 98; mientras que Baiano sería compañero de Paulo Wanchope en el Derby County. Hernán los enfrentó dos veces, pues como dato curioso, ‘la Fiore’ fue el único equipo con el que el nacional se midió más de una vez -dadas sus limitadas participaciones en aquella campaña-, con saldo de triunfo 1-0 y estrepitosa derrota de 2-6 en enero y junio de 1993, respectivamente.
El Pelícano sufrió dos ‘Batigolazos’, insuficientes, eso sí. La última fecha de la temporada 92-93 de la Serie A italiana terminó siendo decepcionante para el Foggia de Hernán Medford, pero aun más para la Fiorentina de Gabriel Batistuta. Ese día ‘la Fiore’ goleó 6-2 con dos tantos del argentino, pero por una combinación de resultados no pudo evitar el descenso, tras 54 años de estar en primera. El cuadro del tico había asegurado la permanencia una semana antes.
A manera de conclusión, sirva esta para explicar el énfasis que se le dio a las figuras que conformaban los cuatro clubes que pelearon el no descenso contra el Foggia de Hernán Medford hace 32 años. Como se señaló al inicio, a principios de los años 90 la Serie A italiana era, por mucho, la mejor liga del mundo. Por eso, basta con enterarse de los grandísimos futbolistas que estaban en la zona baja de la tabla, para imaginarse los cracks que había en el otro extremo de la clasificación…
Nuestro representante futbolístico, por una situación ajena a su control, se vio perjudicado en su intención de brillar más, aunado al hecho de haber militado en un club modesto que al final logró evadir el descenso por tan solo dos puntos… Y es que hay que saber contextualizar las cosas: en 1992-1993 Costa Rica apenas empezaba a sonar en el plano internacional del balompié, nuestros ‘legionarios’ comenzaban a labrar camino, en un panorama muy distinto del que, por ejemplo, disfruta ahora mismo Keylor Navas en Argentina, donde sus tres Champions hablan por él… Por eso, nuestros respetos también a todos aquellos que, como Hernán, empezaron a demostrar que sí podíamos competir con los mejores… ¡Pura vida!
* El autor Esteban Guevara es historiador de fútbol costarricense y responsable de la página de Facebook Gol de Camerino; pronto estará publicando el libro Nuestros primeros legionarios. Futbolistas ticos en el mundo 1875-1990.