Fue la primera mega estrella del fútbol que trascendió los campos de juego. Tenía un regate de otro mundo, con una aceleración propia de un atleta más que de un jugador de fútbol de aquella época. Era capaz de destrozar y ridiculizar defensas enteras con técnica e imaginación y, como cereza en el pastel, era un goleador descomunal.
Su vida fue de novela o de película más bien, de hecho existen dos cintas sobre su vida, una del 2000 y otra del 2017. El considerado por muchos como el mejor futbolista británico de la historia dejó una estela de leyendas y hechos ciertos que quedaron para la posteridad.
Nacido en 1946, en Belfast, Irlanda del Norte, en medio de una familia humilde cuyo padre laboraba en el puerto, el esmirriado "niño bonito" de nombre Ronald Samuel, pero conocido desde pequeño como George crecía con una habilidad extraordinaria para dominar el balón y dejar marcadores atrás con facilidad pasmosa. Tanto que un buen día, un cazatalentos del Manchester United le envió un telegrama al legendario entrenador del primer equipo, Matt Busby, diciendo en el mismo: "Creo que te he encontrado a un genio". Con quince años, y sin nunca haber salido de la isla, recalaba en uno de los equipos más renombrados de Europa, diez años después del fatídico accidente de 1958 en el cual perdieron la vida la mitad de los integrantes del Man U.
A los doce años empezó a coquetear con el alcohol de la mano de su amigo de infancia Dominic Campbell Harris. La bebida sería su compañera de vida a partir de entonces. Su debut en 1963 fue apenas un preámbulo de lo que sería su carrera, la cual tuvo su verdadero 'boom' en 1966 cuando el Man U eliminó al poderoso Benfica de Eusebio con dos goles de Best. Con apenas 19 años, a partir de entonces fue visto como una súper estrella y a ser nombrado como "El Quinto Beatle" porque, además de poseer un carisma fuera de lo normal, usaba el pelo más largo que el resto de jugadores y su explosión se daba en el contexto del absoluto estrellato de "The Beatles". Desde ese momento, todo lo que hacía George, y lo que no hacía también, era publicado en diarios y revistas en toda la Gran Bretaña.
En su equipo, integraba un trío sensacional con Bobby Charlton y Dennis Law, al que se le llamaba "La Santísima Trinidad" (en los alrededores de Old Trafford existe una estatua de ellos tres). Con éstos logró dos ligas, una Copa de Europa y le valió para ser nombrado el Balón de Oro de 1968. Pero su fama y su talento se encontraron de frente con un enemigo al que George no lograba, ni quería, burlar, gambetear ni vencer: el alcohol. Su vida desenfrenada causó que su carrera entrara en declive con apenas 26 años; su mente ya no estaba en el fútbol sino en las discotecas, los clubs, los bares, la bebida y las mujeres, incluso llegó a decir en alguna oportunidad que "No es cierto que me haya acostado con seis Miss Mundo. Sólo fueron tres" y también llegó a decir "gasté mucho dinero en coches, mujeres y alcohol. El resto, lo malgasté". Dado de baja en el Manchester United empezó un periplo de clubes durante varios años en los cuales no terminaba nunca una temporada, incluso hubo equipos en los cuales participó apenas en tres partidos y luego no regresaba. El genial ex futbolista era un hombre incontrolable que dejó de importarle todo excepto su dependencia hacia el alcohol; varias de sus frases más icónicas reflejan lo que fue su vida: "Tenía una casa cerca del mar, pero para ir a la playa había que pasar por delante de un bar. Nunca conocí el mar"; "Cada vez que entro en un sitio hay sesenta personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no", "Nunca salía por la mañana con la intención de emborracharme. Sólo sucedía", "En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida".
Su carrera terminó oficialmente en 1985 con el Tobermore United de Irlanda del Norte, luego de 717 partidos y 254 goles. Con su selección participó en 38 ocasiones anotando 9 veces. Nunca participó en ningún mundial o Eurocopa; no obstante, fue nombrado por la Federación Internacional de Historia y Estadística (IFFHS) en el undécimo lugar entre todos los jugadores de fútbol europeo y el número 16 entre los mejores futbolistas del Siglo XX de todo el mundo. En 2006, al año siguiente de su muerte, cuando hubiera cumplido 60 años, el aeropuerto de Belfast pasó a llevar su nombre.
Antes de esto, en el año 2002, recibió un trasplante de hígado para el cual debía tomar fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano. Pero el gran problema del norirlandés estaba claro: pese al trasplante, no dejó de beber. Sin embargo, Best no falleció propiamente por culpa de la bebida o una cirrosis derivada pero sí por una sobredosis de fármacos inmunosupresores, la cual provocó un colapso en su sistema inmunológico que lo llevó a la muerte. Sus funerales fueron propios de un Jefe de Estado, transmitido por televisión nacional y al que acudieron más de cien mil personas a despedirlo. En su patria, católicos y protestantes por un día olvidaron su enfrentamiento y lloraron juntos su pena.
Sobre la muerte, de la cual era bastante consciente el famoso ídolo de los Red Devils, llegó a decir: "Cuando me vaya, la gente olvidará toda la basura y solo recordará el fútbol" y "No mueran como yo", como una forma de decirle al mundo: Me equivoqué, no me arrepiento porque lo disfruté… pero piénsenlo bien antes de seguir mis pasos. La tumba de George Best bien podría llevar como epitafio: "Quiso comerse el mundo, pero el mundo era demasiado grande, incluso para George".
MÁS INFORMACIÓN
La despedida de Paulo Dybala con la Juventus
Iñaki Alonso felicita al Saprissa por su clasificación a la fase final del Clausura
El mensaje de Jeaustin Campos tras la clasificación del Saprissa a semifinales