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En su mejor época, Maradona llegó a decir que este futbolista salvadoreño era el mejor del mundo. Y pudo serlo de no haber sido tan proclive a la indisciplina, la juerga, las mujeres y la noche.

Desde pequeño, en su natal San Salvador donde nacería en marzo de 1958, dio muestras de necesitar muchas horas de sueño y de hacer lo que le viniera en gana. Quizá porque su abuela, con quien vivía en una casa vieja y sin muebles, lo consentía de más o quizá, simplemente, porque esa era su naturaleza. Pero aquel chiquillo que iba a la escuela cuando quería, como lo haría años más tarde con los entrenamientos del Cádiz español era un portento con la pelota, tanto que no lo expulsaban de la escuela porque el equipo de fútbol escolar era el mejor con él en la cancha.

Con dieciséis años, acompañó a su hermano mayor a un encuentro amistoso en la localidad de El Paraíso, y ahí, como un ángel y con un uniforme que le quedaba enorme, gambeteaba rivales como se mueve un gato en medio de mil obstáculos. Su juego iluminaba a los asistentes cuando, extasiados, lo miraron anotar un gol al ángulo como si con la mano hubiese puesto el balón ahí.

Muy pronto debutaría en primera división aquel muchacho flaco y despeinado que jugaba como un crack, como si la pelota fuera su íntima amiga y le permitiera conocer todos sus secretos. Dos años después, ya pertenecía al FAS, equipo más importante de su país.

Su juego sirvió para clasificar a la selección salvadoreña para el Mundial de España 1982. En aquel mundial Jorge dejó destellos de su clase a pesar de perder los tres partidos de fase de grupos. Eso fue suficiente para que el Atlético de Madrid, el Cádiz y el Paris St. Germain, entre otros, se interesaran por sus servicios. El equipo galo, sufrió las informalidades de González al estar a punto del cierre de su fichaje cuando Jorge, aduciendo que era demasiado compromiso para él, decidió simplemente no presentarse a la cita en la cual firmaría su contrato.​ Al final, ganó la puja por la contratación el equipo andaluz. El fichaje se fijó en 7 millones de pesetas para el primer año y, de querer retenerlo, se deberían abonar 13 millones más al siguiente año. El total pagado al FAS fue el equivalente a US$1,300,000, de los cuales el jugador apenas recibió US$60,000. Llegar al Cádiz fue enamorar a la grada en un solo instante. Tanto, que ese amor pervive en el presente, donde la afición del equipo andaluz no lo olvida y donde aún se comentan y narran aquellas jornadas gloriosas que les regaló el "Mágico" en aquellas tardes domingueras teñidas de fútbol. Cuatro años en que le permitieron todo al excelso jugador pues sus diabluras en el campo de juego así como sus espectaculares goles nadie más era capaz de hacerlos. Pero el "Mágico" nunca se creyó una estrella, él era más sencillo y solía decir: "La gente de Cádiz me para por la calle y me dice que soy un crack, yo les digo que me llamo Jorge y que mi apellido es González".

De esto hizo eco Maradona, quien en una entrevista llegó a decir: "Estos tifosi son divinos, pero lo que no saben es que hay otro jugador tan o más grande que Pelé y que yo. Es Jorge González, el Mágico, y todavía juega en el Cádiz, un fenómeno" seguido de "Él es mejor porque yo vengo del planeta Tierra y él viene de otra galaxia". Esta frase la dijo mientras jugaba en el Napoli, pero muchos años más tarde no se olvidaría y volvería a insistir con el salvadoreño: "La verdad que tuve la suerte de jugar con él en el Barcelona, y después ver los enganches que les pegaba a los españoles, era único. Si vos lo querías imitar no podías, nosotros queríamos imitarlo en los entrenamientos" Y agregó, mientras su voz y su mirada se convertían en la de un niño que hablaba sobre su ídolo: "¿Viste el gol que hizo el Mágico, viste el enganche que hizo el Mágico?, nos decíamos en los entrenamientos. Y después lo queríamos imitar tirando el enganche y casi nos desgarrábamos todos".

En cierta ocasión, en vísperas de un trofeo Ramón de Carranza, se quedó dormido después de una noche de juerga y no llegó a tiempo para jugar. El rival era el Barça. Mágico llegó al vestuario en el descanso y el equipo azulgrana goleaba por 0-3. Mágico se cambió, saltó a jugar el segundo tiempo y lo que pasó no lo ha podido olvidar absolutamente ningún gaditano. Pisó el verde, ofreció un recital, marcó dos goles, dio otro y su Cádiz del alma acabó remontando de manera increíble para ganarle al Barcelona por 4-3. De locos. Exhibiciones como esa lograron que el Barça se planteara su fichaje, a pesar de saber que Mágico era tan anárquico como indomable.

Otra anécdota famosa fue la que tuvo con el presidente Manuel Irigoyen, que llegó a ofrecerle un contrato fabuloso de 50 millones de pesetas al año. Irigoyen, un fan incondicional de Mágico, quería asegurarse que la magia no se movería del Carranza. Le llamó a su despacho y le hizo la oferta con una única condición. Mágico sobraría 50 "kilos" por año, pero con una cláusula por la que Mágico debería pagar medio millón de pesetas por cada acto de indisciplina que cometiera. Mágico miró a Irigoyen, se levantó de la mesa después de escuchar la oferta y reclamó: "Presidente, si firmo eso acabo la temporada debiendo mucho dinero al Cádiz".

Cuando el Cádiz bajó a segunda división en la temporada 83/84, en el año 1984, el "Mágico" hizo una gira con el Barcelona por Estados Unidos, demostrando un gran nivel; el Barça finalmente no dio paso a su contratación oficial, se especuló que la razón que truncó su traspaso al club fue un incidente de indisciplina en un hotel californiano, cuando se activó la alarma de incendios y Jorge González fue el único en quedarse en la habitación pues estaba con una chica.

Sobre sus costumbres, el propio jugador decía: "Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme".

En enero de la temporada 1984/85 y tras sus juergas nocturnas y desavenencias con Benito Joanet, su entrenador, se efectuó su traspaso al Real Valladolid donde el club vallisoletano le hizo un estrecho marcaje a su vida privada, por lo que Jorge se sintió acosado y prefirió volver a Cádiz en la temporada 1986/87. ​ El contrato buscaba garantizar que el club tendría un jugador ceñido a las normas, por lo que se le recontrató bajo condiciones como el pago de 700 dólares por partido jugado.

Tras un intento del Atalanta italiano por ficharlo, Jorge González decidió permanecer en el club español hasta junio de 1991, saliendo tras un año donde apenas jugó, deprimido por el suceso de julio de 1989. María del Carmen Coca, una joven gaditana de 22 años denunció a González por intento de violación; el jugador se defendió y acabó saliendo bien librado judicialmente mediante una indemnización de 4000 pesetas, aunque no volvió a entrenar y a jugar en las mismas condiciones. En 1991 volvió a El Salvador para fichar por el Club Deportivo FAS, donde militó hasta su retiro en el 2000. En ese año, fue convocado por última vez a la selección nacional.

Héctor "Bambino" Veira lo dirigió durante una temporada y vivió una de las situaciones más divertidas con el salvadoreño. "Si el entrenamiento era a las diez, él venía a las 11. Si era a las 11 llegaba a las 12. Le regalé un despertador gigante del Pato Donald, pero no sirvió para nada. Entonces contraté una orquesta de flamenco. Fueron a la puerta de su cuarto y comenzaron a cantar "Ay Mágico ven a entrenar, te estamos esperando". Entonces decidió salir y dijo 'me despierto porque me gusta la música'", exclamó el "Bambino". También hubo un momento donde llegaron a contratar a una persona encargada de levantarlo en las mañanas para que se presentara a entrenar.

De su vida, se podría hacer el guión de la telenovela más disparatada, es una cadena de ánecdotas, curiosidades y situaciones estrafalarias. Genio y figura, Mágico representa la figura del crack bohemio: Tenía un talento divino y pudo reinar en su mundo, pero esto nunca le interesó. Era capaz de dar más de cien toques seguidos a un paquete de cigarrillos con el pie, pero incapaz de gobernar su vida; siempre estará en la memoria de los aficionados andaluces, salvadoreños y de cualquiera que le guste el fútbol. Cuando colgó las botas en 2000, dejó su frase más famosa: "Respeté al fútbol pero no me respeté a mí".

La carrera del "Mágico" dejó unos números importantes: un mundial jugado en 1982, 5 ligas de El Salvador, 1 Copa de Campeones de Concacaf, Mejor Futbolista Centroamericano del Siglo XX, 62 juegos con la selección de su país y 21 goles anotados. En clubes, participó en 484 juegos oficiales, marcando 172 goles, de los cuales 77 fueron con el Cádiz.

Hoy día, se gana la vida en su taxi en las calles de su adorado San Salvador así como con su propia escuela de fútbol, y de vez en cuando, rememora sus días de grandeza, los mismos que no le permitieron ser el más grande del mundo.

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