El último sábado fue un día de contrastes en Costa Rica… Por un lado, los aficionados futboleros, y especialmente quienes nos preocupamos por rescatar historias y figuras del deporte de antaño, lamentamos el fallecimiento de uno de los mejores guardametas de la historia tica; Carlos ‘el Aguilucho’ Alvarado, originario de Santa Bárbara -y cuyo nombre corresponde al estadio que actualmente utiliza el CS Herediano-, dejó de existir a la edad de 96 años.
Y ese mismo sábado, pero a 7823 kilómetros de distancia, concretamente en las aguas del Pacífico Sur en las paradisíacas costas de Tehaupo'o, en la isla de Tahití, la surfista costarricense Brisa Hennessy superó su hit eliminatorio en los Juegos Olímpicos París 2024 y avanzó a la tercera ronda. La puntarenense de padres estadounidenses es la principal abanderada de los atletas ticos que están participando en las justas olímpicas, y dado su exitoso recorrido internacional (es una de las mejores competidoras del Championship Tour de la World Surf League, campeona mundial junior en 2017), desde ya nos ilusiona a los costarricenses con conseguir una medalla más para el muy modesto registro nacional en los juegos nacidos en Grecia en 1896.
Esperanza tica. Brisa Hennessy ha puesto a soñar a Costa Rica con una medalla en los Juegos Olímpicos París 2024. Su próximo hit ha sido pospuesto dos veces por problemas climáticos en las costas tahitianas.
Entonces, seguramente el estimable lector de everardoherrera.com se estará preguntando qué relación guardan los dos acontecimientos descritos, más allá del hecho de que hayan ocurrido el mismo día… Pues existe cierto vínculo, que voy a explicar en las próximas líneas, y para eso primero debo iniciar contando sobre la vez que el Club Atlético Boca Juniors casi contrata al ‘Aguilucho’ Alvarado…
El siempre prestigioso equipo argentino realizó su primera visita a nuestro país en diciembre de 1950. El 25 de ese mes enfrentó a LD Alajuelense, pero más importante aun: ese día ‘el Azul y Oro’ conoció al porterazo tico. Dicen los entendidos que todo futbolista tiene su partido magnífico, uno en el que los planetas se alinean y permiten que exhiba la actuación más sublime de su carrera profesional, al grado de los cracks mundiales…
‘Xeneizes’ y manudos igualaron a uno en aquella navidad del 50, y aunque hay que reconocer la muy buena aplicación de los jugadores de campo del conjunto rojinegro -sería mezquino no hacerlo-, es inevitable destacar la participación del arquero barbareño, quien echó mano de todo su repertorio y calidad para defender la cabaña alajuelense. Carlos Alvarado contuvo remates con sello de gol, incluso se dio el lujo de rechazar un penal lanzado por el delantero izquierdo Marcos Ricardo Busico; la acción sucedió en los minutos finales, apenas para confirmar el partidazo que se jugó ese día en el viejo Estadio Nacional.
Concluida la contienda, ‘el fenómeno’ (así lo nombró la crónica de Diario de Costa Rica) recibió las felicitaciones de costarricenses y argentinos; entre los primeros cabe citar al vigente presidente de la República, don Otilio Ulate Blanco, quien incluso se quitó su reloj de pulsera y se lo regaló al ‘MVP’ del encuentro. Y entre los segundos, hay que citar al jerarca del Boca Juniors, don Daniel José Manuel Gil, quien acompañaba a la delegación boquense. El mandamás y empresario che, admirado con el nivel mostrado por ‘el Aguilucho’, inició las conversaciones con su contraparte manuda; el objetivo era claro: fichar al tico. Antes de dejar el suelo nacional, acordaron aprovechar la participación de Costa Rica en los Juegos Panamericanos dos meses después en Buenos Aires, para volver a observar a Alvarado en acción, y si confirmaba el rendimiento mostrado en la Sabana, se sentarían a negociar el contrato.
Inició el interés del Boca Juniors por arquerazo costarricense. La imagen corresponde al partidazo que consagró a Carlos ‘el Aguilucho’ Alvarado, quien fue el héroe del empate a uno entre manudos y boquenses. El rojinegro es felicitado por el jerarca xeneize don Daniel José Gil (izquierda), en presencia del presidente de la República, don Otilio Ulate.
Llegó febrero de 1951 y ‘la Sele’ arribó a la que en ese momento era “la capital deportiva de América”. Para los periodistas costarricenses resultó toda una sorpresa encontrar en las paredes del comercio bonaerense, afiches promocionales que invitaban a la afición a acudir a los juegos para ver a “la maravilla de Costa Rica”, “el próximo arquero de Boca”, palabras más, palabras menos…
Estaba todo listo para concretar el que parecía sería el fichaje más rimbombante de un tico en aquel tiempo... Hasta que apareció un imponderable. El Argentina-Costa Rica se disputó de noche, tal como se acostumbraba en esa nación desde hacía 22 años. En nuestro país, por el contrario, no existían escenarios acondicionados con iluminación artificial -de hecho a nuestra ‘Tacita de Plata’ se le instalaría en 1953-.
Asimismo, para la afición de Buenos Aires, aquel era el partido más atractivo del torneo. Y es que los ches querían confirmar con sus propios ojos lo que habían contado los excursionistas de Boca Juniors al regresar de América Central. Y entre esos curiosos estaba la prensa argentina, cuyos fotógrafos, que tenían la tarea de no perderse un solo detalle del duelo “Argentina vs Alvarado”, se ubicaron con sus cámaras armadas con poderosos flashes cerca del portero tico. Así, cada intento del ‘Aguilucho’ por hacerse con un centro albiceleste que llegaba al área costarricense era interrumpido por un enceguecedor flashazo, que inmediatamente era seguido de un estruendoso “¡gooooool!” gritado por los seguidores locales.
7-1 fue el marcador con el que Argentina goleó a su oponente centroamericano, y por consecuencia, terminó desvaneciéndose así toda posibilidad del fichaje del guardameta tico en el Boca Juniors. Fue una pena que una situación tan particular terminara dando al traste con una aventura como aquella que hubiera vivido Carlos Alvarado, en un desafortunado pasaje que para nada demerita la gran carrera futbolística que vivió en campos costarricenses, mexicanos y colombianos.
En cuanto a los siempre exigentes parciales ‘xeneizes’, para ellos no cabía discutir el asunto; diferente posición asumieron los dirigentes nacionales, quienes trataron de justificar lo sucedido, y para ello señalaron la inexistencia de encuentros nocturnos en Costa Rica… Pero no hubo suerte, pues se toparon con un definitivo ‘no’ de parte del señor Gil. Y sobre este último, quien presidiría al club durante tres años más, me permito traer a colación un detalle final que sirve para responder la inquietud presente en los primeros párrafos de este artículo…
Don Daniel José, como es usual en los principales directivos del balompié sudamericano, era un hombre de una alta posición socioeconómica que llegaría a ser propietario de quince empresas; por eso, era normal que tanto él como su familia disfrutaran de viajes al extranjero con bastante regularidad, incluso en años de austeridad económica en nuestro continente. Así, en uno de ellos, su hijo Daniel Gil visitó Miami, donde conoció el surf, deporte que tal como sucede con la mayoría de quienes lo practican, lo terminó enamorando. Su pasión por las olas fue tanta, que pronto se encargaría de llevar a Argentina las primeras tablas para su práctica.
Seguidamente los lugareños de las playas argentinas empezaron a aprender a surfear, y así fue como durante los siguientes años esa disciplina se extendió hasta ser actualmente uno de los deportes olímpicos.
Los Gil admirados… uno por el surf, el otro por ‘el Aguilucho’ Alvarado. A la izquierda Daniel Gil hijo, quien a los 77 años de edad aún continuaba surfeando en Mar del Plata, Argentina. A la derecha, su padre don Daniel José Gil el día que conoció a Carlos ‘el Aguilucho’ Alvarado, en 1950; entre ambos, el volante xeneize Carlos Adolfo Sosa.
En Costa Rica la historia de la llegada del surf es similar, por cuanto fueron dos estadounidenses quienes empezaron a practicarlo aquí, tras haberlo conocido en Hawái y Perú. Hoy una de las amantes de esa disciplina de nuestro país es Brisa Hennessy, quien lo aprendió en su natal Matapalo de la península de Osa en la zona sur; ahora ella continúa ilusionándonos a los ticos a través del surf, el deporte que llegó a Argentina gracias al hijo de un expresidente xeneize que alguna vez quiso fichar a Carlos ‘el Aguilucho’ Alvarado. ¡Pura vida!
* El autor es historiador de fútbol costarricense y responsable de la página de Facebook Gol de Camerino; pronto estará publicando el libro Nuestros primeros legionarios. Futbolistas ticos en el mundo 1875-1990.