Sabemos que el agua es fundamental para la propia vida y que evitar la deshidratación es indispensable para mantener la salud, pero, ¿qué pasa si bebes mucha agua?
Conscientes de la importancia de propiciar una buena hidratación, son muchas las personas que beben agua constantemente, y se ‘obligan’ a tomar un sorbo cada cierto tiempo, por ejemplo, mientras trabajan. En esos casos, en los que la ingesta de agua, con o sin sed, es casi una costumbre, cabría preguntarse si existe el peligro de una hiperhidratación.
Un artículo publicado en el Mundo Deportivo de España analiza qué consecuencias puede tener esta situación y cuáles son los síntomas de beber mucha agua.
Problemas digestivos
Náuseas, vómitos o diarreas pueden ser un síntoma de que se ha ingerido una cantidad excesiva de líquidos, sobre todo al beber mucha agua de golpe. Puede ocurrir, por ejemplo, al tomar una gran cantidad de agua después de una actividad física intensa. Aunque el agua sea necesaria para recuperar los niveles hídricos correctos tras el ejercicio, tomarla en grandes cantidades y con avidez puede hacer que ‘caiga’ mal tanto si es sobre un estómago 'vacío' como en pleno proceso de digestión.
Fatiga y dolores de cabeza
Son dos síntomas frecuentes cuando el organismo está experimentando una fuerte deshidratación, pero también pueden indicar lo contrario, es decir, una hiperhidratación. En realidad, son una de las manifestaciones de la enfermedad llamada hiponatremia, que, como recoge el National Institute of Health de Estados Unidos (NIH)[1], es una afección que se produce cuando los niveles de sodio en sangre están por debajo de lo normal.
El sodio es un mineral (electrolito) que regula equilibrio de los líquidos del organismo. La ingesta desmesurada de agua puede hacer que se diluya en exceso en el torrente sanguíneo (plasma) y que, buscando precisamente ese equilibrio entre las células y los líquidos que las rodean, esos líquidos ‘sobrantes’ acaben penetrando en el interior de las células provocando un anormal y peligroso aumento de su tamaño que puede derivar en distintos problemas de salud, algunos muy graves. El cansancio, la fatiga y los dolores de cabeza debido la 'hinchazón' de las células cerebrales, que se ven presionadas por los huesos craneales, pueden ser síntomas de este desequilibrio en el organismo.
Debilidad y calambres musculares
La debilidad muscular y los calambres pueden ser otro síntoma que indique que hemos tomado demasiada agua por un periodo de tiempo prolongado. El motivo es el mismo: la hiponatremia, que también puede afectar a las células que forman los tejidos musculares e hincharlas o hacer que aumenten de tamaño. Por tanto, igual que nos puede dar dolor de cabeza, nos puede producir problemas en los músculos, notando debilidad y algunos calambres.
Problemas renales
Los riñones son los principales encargados de filtrar los líquidos de nuestro organismo para eliminar toxinas y sustancias de deshecho a través de la orina. Tomar líquidos en cantidades suficientes es fundamental para su buen funcionamiento, pero beber mucha agua puede ser malo para los riñones, ya que, el exceso de trabajo de filtrado al que se ven sometidos, podría provocar reacciones adversas, entre ellas la retención de líquidos o la situación de cansancio permanente y que parece inexplicable. De hecho, las personas que padecen algún grado de insuficiencia renal han de tener perfectamente controlada su ingesta diaria de líquidos.
Si te duele esta zona, puede deberse a esta causas, pero hay muchas más que pueden estar provocando este dolor, en distintos grados.
Alteraciones en el sistema urinario
No solo los riñones pueden sufrir problemas si se toma mucha agua, sino que el sistema urinario en general puede verse afectado por una ingesta desmesurada de agua. Es normal miccionar con más frecuencia si tomamos muchos líquidos, pero cuando las cantidades son anormalmente altas, puede ocurrir que el sistema urinario no dé abasto a expulsarlos y surjan problemas de retención de líquidos y de toxinas. Además, la necesidad excesivamente frecuente de orinar puede traer otros problemas como el insomnio, al verse alterada la acción de la hormona HAD que controla esta función básica del organismo.
Aumento de la presión arterial
El aumento del volumen en el caudal sanguíneo también podría, en casos extremos, llegar a incrementar la presión que la sangre ejerce sobre venas y arterias pudiendo incluso afectar a la función cardiaca, dado que el corazón tendría que realizar un mayor esfuerzo para bombearla.
Retención de líquidos
También en casos extremos, la hiperhidratación podría provocar acumulación de líquidos notable, especialmente en las extremidades inferiores y el abdomen, así como en órganos vitales, como los pulmones. Como ya hemos comentado, el exceso de agua provoca problemas en el sistema urinario y, como no se puede eliminar suficiente cantidad, el líquido se va acumulando.
Por ejemplo, si te ves los pies, los tobillos y las piernas con edema o hinchazón hay una retención de líquido en la zona y puede tratarse de este problema o de otras posibles causas, ya que este es un síntoma presente en variedad de afecciones.
Cuánta agua es recomendable tomar al día
Es importante matizar que los síntomas y efectos descritos hasta aquí hacen referencia a una ingesta de agua u otros líquidos elevada, que podría desencadenar hiponatremia especialmente si se sufren dolencias previas que faciliten o agraven la situación. La cuestión es determinar qué cantidad de agua es aconsejable para mantenernos hidratados pero evitando riesgos, tanto por defecto como por exceso de líquidos.
Aunque se ha dicho que lo ideal es tomar unos 2 litros de agua al día, en realidad, no hay una fórmula que determine la cantidad exacta aconsejable porque cada persona tiene necesidades específicas. El peso, la edad y la actividad física que se realice o incluso las condiciones meteorológicas, más o menos calor, son algunos de los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de establecer cantidades. Aun así, la Organización Mundial de la Salud (OMS)[2] establece como referencia una ingesta aproximada de entre 1,5 y 2 litros de agua al día, tanto de agua propiamente como de otros líquidos que nos proporcionan distintos alimentos, como las frutas y también otras bebidas como infusiones o zumos, ya que en su composición tienen bastante agua.
Fuente: National Institute of Health (NIH) of USA - Mundo Deportivo