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Oftalmólogos y dermatólogos desaconsejan este gesto tan común como habitual que puede tener repercusiones tanto en la piel como en la vista. Aunque pueda parecer normal, pocas personas con unos ojos sanos sienten deseos de frotarse los ojos. 

Frotarse los ojos no es del todo malo. Libera más lágrimas, lo que a su vez hace que las glándulas de Meibomio, situadas dentro de los párpados, segreguen el 'aceite' que tanto necesitan en nuestros ojos. Eso agrega humedad y protege nuestras lágrimas de la evaporación.

El problema viene si se frotan los ojos con frecuencia y con más intensidad de la deseada. Hacerlo a menudo desencadena efectos mecánicos. Puede causar la inflamación de la superficie ocular y de los párpados. Entre las causas médicas que podrían estar causando esa necesidad de frotarse los ojos están la conjuntivitis crónica, que se suele confundir con una miopía leve, o las alergias, el picor hace que no podamos resistir la tentación de rascar o frotar los ojos y eso puede transferir los alérgenos de las pestañas a los ojos, lo que agrava el picor y la alergia.

De manera similar, las personas con glaucoma pueden sentir la necesidad de frotarse los ojos por las molestias que esta enfermedad ocasiona. Pero el aumento en la presión ocular causado por este gesto puede interrumpir el flujo sanguíneo hacia la parte posterior del ojo y provocar aún más daño en los nervios y, en última instancia, incentivar la pérdida de la visión.

 

Tener ojo seco también favorece la repetición de este tic, para lo que se recomienda utilizar lágrimas artificiales para lubricarlos y mantenerlos limpios. "La aplicación de lágrima artificial forma una película protectora encima de la córnea, en la superficie del ojo, que permite mantenerlo siempre húmedo", explica el Doctor Nabil Ragai, oftalmólogo en los hospitales USP San Camilo y USP San José, en Madrid.

Aunque la mayoría de los casos de sequedad del ojo no son graves, sí pueden llegar a ser molestos y causar infecciones posteriores. Cuando te tocas los ojos con las manos, inmediatamente transfieres gérmenes como estafilococos, estreptococos, salmonelas y E. coli, lo que aumenta el riesgo de infecciones graves. Obviamente, el lavado frecuente de manos mata algunos de estos gérmenes por un tiempo, pero puedes apostar a que esos gérmenes regresarán en cantidades 'aterradoras' a medida que avance tu día.

Además de transferir bacterias y gérmenes, tus manos también pueden introducir polvo, arena y otras partículas extrañas en sus ojos cada vez que los frotas o los tocas. Si esos objetos son lo suficientemente grandes, tu ojo puede picar y arder, y en respuesta, te frotarás los ojos aún más. Pero, en lugar de eliminar la arena y aliviar el dolor, frotarlos puede hacer que empujes las partículas más adentro raspando tu córnea.

Quizás te sorprenda lo que te estoy contado porque frotarse los ojos puede parecer algo relativamente inofensivo. Sin embargo, hacerlo de forma regular puede provocar incapacidad de control sobre la vista o la necesidad de parpadear y frotarse los ojos cada vez más. Una 'manía' que puede derivar en visión borrosa y provocar que se llegue a desarrollar la queratitis e inflamación de la superficie ocular.

Y es que las úlceras corneales por el roce (queratitis) son alteraciones que pueden aparecer por frotarse los ojos. Se trata de una enfermedad en la que la córnea pierde su forma redondeada y aparece una protrusión o abultamiento, que produce distorsión de la visión.

"El frotamiento ocular puede contribuir al desarrollo del queratocono. Al realizar este gesto se deforma la córnea y se debilita, además disminuye la visión. También puede rayarse o dañarse la córnea", advierten los especialistas del Instituto Oftalmológico Vithas Eurocanarias.

Los estudios han demostrado que el frotamiento continuo de los ojos en personas susceptibles también puede conducir a un adelgazamiento de la córnea, que se debilita y empuja hacia adelante para volverse más cónica. Me explico, la córnea actúa como la lente más externa del ojo, controlando y enfocando la luz que pasa al ojo. La forma redonda de la córnea se dobla y refracta la luz que entra para que viaje directamente a la retina, en la parte posterior del ojo.

Pero para mantener su forma ligeramente curvada, la córnea se basa en pequeñas fibras de colágeno. Si estas fibras se debilitan o se rompen, la córnea sobresale hacia afuera hasta que adquiere forma de cono. Esto se conoce como 'queratocono' y es una afección grave que puede provocar una visión distorsionada y posiblemente la necesidad futura de un trasplante de córnea.

La ptosis o caída del párpado superior es otra consecuencia de este tic debido a la inflamación que produce el estar restregándose los ojos continuamente. A la larga esto genera una disfunción del músculo elevador que puede terminar por ocluir la visión.

La vista no es el único órgano que se resiente. A los dermatólogos tampoco les gusta que nos frotemos los ojos. La piel que los rodea es la más delgada y sensible de la cara, ya que no hay glándulas sebáceas. Por ello, frotar continuamente los ojos agrade y estira la piel, y puede hacer que se rompan los vasos sanguíneos diminutos, lo que resulta en ojos inyectados en sangre y ojeras oscuras. En el vocabulario médico las ojeras se describen como 'hipercromía idiopática del anillo orbitario', y aunque esto es una cuestión estética, a nadie le gusta acelerar la aparición de las indeseadas líneas de expresión, bolsas y ojeras. Así que ya ves, las hormonas, el tabaco, los medicamentos, la anemia, las alergias, el cansancio o la edad podrían no ser los culpables de que tengas esas manchas alrededor de los ojos. Frotarse y rascarse los ojos también puede hacer que se oscurezca la piel aparezcan esos odiosos círculos.

Por otro lado, si te frotas los ojos con demasiada frecuencia o con demasiada fuerza se pueden provocar eczemas en la piel o dermatitis atópica, “especialmente si se trata de niños, ya que muchas veces padecen fotofobia (intolerancia a la luz), enrojecimiento frecuente e incluso visión borrosa", nos explican desde el servicio de oftalmología del Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz, en Madrid.

Sabiendo todo esto, quizás a partir de ahora puedas hacer un esfuerzo y tratar de frenar ese impulso de tocarte los ojos a cada rato. La mejor manera de evitarlo es llevando siempre contigo suero o gotas para los ojos, así podrás para mantenerlos siempre limpios e hidratados para evitar la tentación. 

Si eres incapaz de contenerte y consideras que es absolutamente necesario tocarte los ojos, recuerda que primero debes lavarte bien con agua y jabón durante al menos 30 segundos y secarte las manos con una toalla limpia y seca. No obstante, sería aconsejable programar una visita al oftalmólogo para averiguar qué gotas usar en tu caso específico (si es que lo necesitas) así como para determinar la causa de ese frotamiento excesivo de los ojos con el fin de prevenir cualquier daño ocular y visual.

Fuente: Yahoo Noticias 

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